Las bandas orientales siempre tienen algo que nos llama la atención, ya sea porque siempre se encuentran un paso más adelante que nosotros o porque el resaltar es fundamental si deseas que se fijen en ti en una sociedad tan grande y diversa.
Midori, era una banda que mezclaba una gran cantidad de rarezas musicales. Mariko (vocalista), lograba sorprender con sus cambios vocales y su desplante en el escenario. Pequeña, con ojos inocentes, y siempre vestida de escolar parecía tener la energía necesaria como para modificar su voz y llevarla desde alaridos hasta melodías suaves y tenues. Todas sus canciones contienen algo distinto entre noise-rock, punk-jazz o solo experimentos musicales que logran llevarlos hasta un punto en el que concuerdan y se te hace cada vez más fácil querer seguir escuchándolos.
Sus letras y canciones son una especie de catarsis emocional de todas las cosas que aman y odian a la vez. Mariko nunca entendió a la gente que hace pop, prefiere hacer “punk-japones” como lo describe ella, a pesar de no tener los detalles al respecto de su música, sólo sabe que desea expulsar lo que siente con violencia y delicadeza a la vez. Y todos parece estar de acuerdo, cada integrante tiene claro lo que quieren decir, y Midori es el medio perfecto para lograrlo.
Es que Midori no es una banda popular, ni fácil de entender, pero consiguen crear melodías algo pegajosas y no te das cuenta hasta que terminas de escuchar Second ó Hello everyone. Nice to meet you. We are Midori, que tus oídos quieren escuchar más.