No recuerdo bien ni cómo ni cuándo me empecé a interesar por la fotografía en fílmico, lo único que sé es que fue una fascinación instantánea: adquirí una Nikon N75, me inscribí en una escuela de fotografía y me sentí perdida porque era la única alumna que no tenia una mas mínima idea de las cuestiones técnicas, ni siquiera había utilizado mi nueva cámara analógica. El resto de mis compañeros poseían conocimientos previos, me sentía una fracasada. Luego de seis meses, decidí no asistir más a esa escuela. A partir de ese momento, comencé a tomarme esto no como una posible fuente laboral sino como un fiel pasatiempo que me acompañaría en cada momento de mi vida.
A la fotografía la he descuidado pero no abandonado. En el último año, disparé el obturador más veces que nunca y mis cámaras (mi fiel compañera, la Nikon ya mencionada, la Lomo Fisheye Nº2 color rosada y una pequeña Minolta automática, propiedad de mi madre) se convirtieron en una especie de extensión de mi cuerpo con las cuales congelo aquellas momentos, seres u objetos cotidianos que pasan desapercibidos por el ojo corriente.
Constantemente intento recuperar el pasado, aquella calidez perpetuada en las viejas fotografías analógicas de nuestros abuelos y padres, donde cada momento capturado era único e indesechable. He aquí, mi rechazo hacia lo efímero de la era digital, donde una fotografía puede desaparecer por siempre con tan solo oprimir un botón. Me alejo de la frialdad de la reproducción masiva, de la distancia emocional del megapíxel.
… Porque ir a buscar un rollo al laboratorio fotográfico se compara con aquella ansiosa emoción que nos invadía de niños al abrir el envoltorio del obsequio que nos esperaba bajo el árbol de navidad.
Carolina Rabello (aka Vanilla Tiger), 21 años. Buenos Aires, Argentina.
flickr: http://www.flickr.com/photos/-vanillatiger-
e-mail: carolina.rabello@live.com