Cuando supe que Fox planeaba otra película basada en los mutantes más famosos del noveno arte, no me quedo más que voltear la mirada a otro lado e ignorarla. La herida hecha por la misma Fox (más concretamente Brett Ratner) con X-men 3 era demasiado profunda y no estaba dispuesto a volver a pasar por una tortura de casi dos horas. Por suerte no suelo escuchar a mi sentido del peligro demasiado a menudo.
X-men: First Class es una especie de cirugía para cerrar esa herida hecha por la mercadotecnia. Para hacerles un piso sostenible y para que me entiendan, me voy a referir un poco a los primeros dos films de los X-men.
Ambas películas fueron dirigidas por Bryan Singer, responsable de “Los Sospechosos de Siempre” u “Operación Valkiria” y además es productor de la serie del doctor más mala onda de la pantalla chica: House. Singer debería haber dirigido la tercera película de los mutantes, pero DC comics y el mismo Singer dijeron otra cosa, el cual emigraba a la competencia de Marvel Comics para adaptar las aventuras de Superman y llevándose al actor que hacía de ciclope en las dos primeras.
Esto dio como resultado la pirotécnica X-men 3, con Ratner en la silla de dirección. La culpa no es solamente suya, ya que la misma Fox pedía plazos cortos y Ratner era un recién llegado a la franquicia mutante.
Singer volvió ahora a esta nueva versión de los X-men, denominada Fisrt Class. Pero volvió solo como productor y dejo la silla de dirección a un personaje más que competente:Matthew Vaughn (Kick Ass).
First Class relata como eran los jóvenes mutantes Charles Xavier y Erik Lensherrcuando eran amigos, antes de enemistarse y tomar los alias de Profesor X y Magneto, respectivamente. Suena algo bastante simple pero está lejos de serlo. La película pone a ambos personajes como dos caras de una misma moneda.
Mientras Lensherr sufre el trágico holocausto judío en la Polonia ocupada por los Nazis (en donde se muestra la misma escena de la primera X-men), Xavier vive en la lujosa casa de su madre, con un desarrollo más avanzado de sus poderes psíquicos y su personalidad benévola, resultado quizás de una niñez mucho menos agitada que la de Lensherr.
En medio de ambos personajes están la guerra fría, donde los sesentas dan un “bakcground” interesantísimo a la trama y donde dos superpotencias nucleares ven la aparición del “homo superior” como una oportunidad de prevalecer por sobre su adversario. Así el comunismo posee como agente activo a un grupo liderado por Sebastián Shaw (un genial Kevin Bacon) que tiene como objetivo desatar una crisis de misilesnucleares. La Cia, representada por Moira MacTaggert, debe crear un grupo capaz de combatir con el de Shaw. Aquí es donde entra un veinteañero Xavier, recién graduado de la universidad y el mismo Lensherr cegado por la búsqueda de venganza hacia Shaw, líder del campo de concentración Nazi donde el futuro Magneto vio su vida hacerse pedazos.
Pero a pesar del transfondo de la guerra fría, X-men: First Class da la sensación de ser una película mucho más minimalista, comparada por ejemplo, con X-men 3. Así, las relaciones entre personajes, y más concretamente entre Xavier y Lensherr, son el eje central, y donde sus perspectivas son muy similares (casi paralelas) y conforma la trama va llegando a su final, comienzan a irse a lados opuestos del tablero.
Es una precuela que muestra el principio de todo. El principio de Magneto como enemigo. El principio de Xavier como mentor y benefactor de jóvenes mutantes. El principio de la escuela. El principio del odio de los humanos a los mutantes. Cada personaje cuenta, aun el que tenga un cameo o que simplemente no tiene diálogos. Si no esperas mucho de esta película y no te has enterado que existe (quizás gracias a la sobre propaganda de Thor, Captain America o Green Lantern) corre a verla. Te garantizo que será como volver a ver los X-men. Los buenos X-men, los hijos del átomo.