Mi nombre es Michelle Redon, tengo 22 años y estudio cine en la Universidad del Desarrollo, en cuarto año ya.
Mis comienzos en la fotografía fueron hace varios años, no recuerdo muy bien, pero debe haber sido alrededor de los 15 o de los 16 años. Al principio usaba una cámara digital pequeña, sin mucha resolución, con la que empecé a jugar. Paseaba por la casa sacando fotos, primero sin una búsqueda estética específica, pero con el tiempo fui encontrando mis propios gustos y a jugar un poco más con la luz y el encuadre. Pasé también por la época de photoshop, en la que editaba casi todas mis fotos. Jugaba con los colores, con la profundidad de campo, el contraste, etc. Tuve cámaras digitales (de bolsillo) por muchos años, y la que mejor llegué a tener fue una Sony cibershot del año 2008, con algo así como 12 mega pixeles!
Hasta que llegó la época de lo análogo en 2010. Mi pololo me prestó su cámara CANON AT-1 y tiempo después me regaló una Lomo de 4 lentes (camarita casi de juguete, pero muy entretenida). Era un mundo un tanto nuevo, pero que me generaba mucha más satisfacción que la fotografía digital. Tener sólo 36 fotos, usar todas las herramientas de exposición en manual (porque no hay de otra forma), buscar un encuadre “perfecto”, buscar el momento preciso, etc.
Hoy en día sigo usando la Canon prestada, pero me compré una ZENIT DF-2ETM, que es bastante parecida en calidad y en cantidad de opciones para jugar. También tengo una Polaroid Close Up 636, que siempre soñé tener, y es algo con lo que quiero experimentar mucho más en el futuro. Hasta hoy, esto de la fotografía no es más que un hobbie, es decir, no obtengo más allá de una inmensa satisfacción personal. Pero sé que esto va de la mano con mi carrera, y obviamente me ha permitido observar el mundo con otros ojos, detenerme en cosas que antes no me detenía y jugar con las imágenes (que básicamente es eso lo que es el cine). Quizás suene trillado, pero para mí la fotografía no es más que guardar fragmentos de la “realidad”, fragmentos de sensaciones, fragmentos de amigos, de familia, de gente en general, sólo por el hecho de que vale la pena que sean mantenidos en el tiempo, ni siquiera para poder observarlos en la posteridad, eso sería lo de menos.










