La gran mayoría sabe que el cerebro se divide en tres aspectos: consiente, inconsciente y subconsciente. El consiente gobierna nuestras acciones diarias, desde el salir de la cama, hacer nuestro trabajo, querer a alguien o simplemente sentarse a conversar. El inconsciente es un grupo de tareas mentales sin un orden específico. Es difícil para mí dar ejemplos de esto, pero uno clásico seria el protegerse (inconscientemente) cuando alguien nos tira un puñetazo. Luego está el subconsciente.
El subconsciente es algo así como el reino de caos. Nuestro cerebro en este estado no aplica raciocinio: la mente subconsciente no piensa, no razona, no delibera. Actúa por instinto en respuesta a emociones básicas. Así, no es raro que cuando dormimos este domine en buena parte lo que “nos pasa” en nuestros sueños. Así, debido a que el subconsciente se basa en nuestras emociones básicas, veamos reflejado nuestros deseos más profundos.
Así nacen los interpretadores de sueños. Gente que se basa en lo que vemos y nos dicen nuestros verdaderos deseos. No por vernos morir en un sueño, quiere decir que deseemos nuestra propia muerte, sino quizás que tenemos muchas preocupaciones que nos agobian y queremos salir de ellas rápidamente. El tema es que pasaría si existiera gente que pudiera explorar nuestros sueños. Que se meta en nuestra mente y que sea capaz de acercarse a nuestros sueños de manera que los puede “vivir” junto a nosotros.
O ir más allá. ¿Qué pasaría si alguien tuviera la capacidad de entrar en nuestros sueños y modificarlos? No somos capaces de distinguir entre un sueño o la realidad hasta el momento en que despertamos. Una pesadilla termina al vernos caer sin remedio o ahogándonos de manera inexorable ya que hay partes del cuerpo que no están gobernadas por la corteza cerebral (como el oído medio). Pero nunca morimos en realidad.
Pero a pesar de la complejidad del funcionamiento de cerebro y su subconsciente, se guía por algunos caminos ya trazados, así, si te digo que pienses en dos figuras geométricas y que estén una dentro de la otra, pensaras en un triángulo dentro de un círculo. Son figuras simples y no requieren mayor elaboración. Esto se puede extrapolar a otros aspectos, como por ejemplo, si no tuviste buena relación con tu padre, puedo colgarme de eso y hacerte odiar lo que el ama o viceversa. Si es que yo fuera un manipulador de sueños.
Insertar una idea en el cerebro de una persona puede también generar daños mentales. Les había dicho que se despierta de manera fácil mediante un hecho traumático, como la muerte, pero que nunca se concreta. ¿Pero qué pasa si nuestro cuerpo no tiene la capacidad de despertar? Si estamos en un sueño tan profundo y que es tan real que no sabemos distinguir si nuestra muerte en legitima o no. Podríamos quedarnos en un estado de muerte cerebral, que nos llevaría a una irracionalidad catastrófica.
Pero es un sueño ¿no? Todo es posible. Puedo saber cómo ocupar armas o conducir autos de carreras. Eso sí, no puedo traicionar el “realismo” de este, ya que te podrías dar cuenta de que es un sueño y no queremos que eso pase.
Si tengo éxito en mi propósito necesito salir de sueño. Una manera fácil sería inducir una caída. Pero si no tengo la posibilidad, puedo recurrir a algo que solo yo sé cómo es. Algo tan íntimo que a pesar de estar en un sueño no funcionaría como en la realidad. Un tótem.
¿Y si no quiero despertar? Hay sueños placenteros de los cuales no dan ganas de despertar. Son realidades utópicas o paradisiacas que nos dan paz, amor y otras cosas más. ¿Vale la pena distinguir lo que es real? Es como para sentarse y pensarlo un rato.